Un pantalón cómodo pero bonito, una camisa elegante que me permita moverme bien, un buen afeitado y peinado… y mis nuevas zapatillas súper chulas que tenía tantas ganas de estrenar.
Maldición… se me ha olvidado el perfume en casa… bueno… uno más de mis despistes pienso… ya he pasado de la frustración a reírme de mi mismo.
Según bajo por las escaleras voy repasando mentalmente aquellos nuevos pasos que he aprendido y que me gustaría sacar esta noche. Son pasos muy bonitos pero un poco complicados y realmente me hace mucha ilusión poder hacerlos bien.
Llegando a la sala noto como el cordón de una de mis zapatillas se ha desatado. Me agacho a anudarla y al levantarme me cruzo con una mujer de mediana edad… coja. La pobre iba andando con cierta dificultad a la sala, con sus zapatos de baile en una bolsa y una sonrisa que evidenciaba las ganas que tenía de llegar a aquella sala oscura donde podían escucharse los primeros acordes de una bachata.
Por un momento me quedo absorto en mis pensamientos imaginándome los más que evidentes dolores que ha de sufrir esa mujer y la dificultad con la que cuenta.
Me quedo en silencio ensimismado en mis pensamientos y entro en la sala.
Miro buscando a aquella mujer y veo a un chico con un gran problema de obesidad. Tenía la misma expresión en la cara que aquella mujer, estaba feliz bailando una bachata con una gran camiseta que le colgaba por los lados. Por un momento me imagino cómo ha sido la elección de aquella gran camiseta de ese chico, quizás no haya buscado una camisa elegante como yo… quizás haya cogido su camiseta favorita con un gran dibujo en el centro que le alegra la vista cada vez que la ve, sus zapatillas favoritas y cargado de una sonrisa haya bajado a disfrutar de la música y compartir lo que ha podido ir aprendiendo en estos días de talleres con otras personas.
Mientras pido una cerveza me zambullo en mis pensamientos. Vuelvo y me dispongo a bailar las primeras canciones. Mientras tanto en mi mente siguen revoloteando mis pensamientos…
Al rato me siento a descansar. Curiosamente busco con la mirada a esas dos personas, pero no son ellos los que encuentro. Aparece ante mí un señor de unos 50 años con el que unas horas antes charlaba en una clase mientras esperábamos la llegada de los profesores: - “¡hoy tengo que ir a 5 clases por lo menos!” - me decía… y ahí estaba intentando hacer aquellos pasos que horas antes habíamos estado aprendiendo juntos.
Y sin conocerse de nada ahí estaban esas tres personas, compartiendo algo que a todos les hacía sacar una sonrisa… daba igual quién estuviera al lado de ellos bailando, daba igual si bailaban mejor o peor que otros, daba igual si se veían sencillos, daba igual su edad, daba igual sus problemas, daba igual todo… porque todos ellos habían comprendido algo que a veces se nos olvida…
Quizás esa noche esperaba encontrarme con buena música, algunas personas conocidas y compartir unos buenos bailes… pero fue mejor… me encontré con algo que no quiero olvidar.